Las nueces y las semillas son otra gran fuente de ácidos grasos omega-3, junto con otros nutrientes como la vitamina E y el magnesio. Todos estos nutrientes son importantes para la salud del cerebro. Los ácidos grasos omega-3 ayudan a mantener sanas las células del cerebro, mientras que la vitamina E las protege del daño. El magnesio está involucrado en más de 300 reacciones bioquímicas en el cuerpo, incluidas aquellas que promueven la memoria y la función cognitiva.
El chocolate amargo tiene un alto contenido de antioxidantes y flavonoides, que se ha demostrado que respaldan la salud del cerebro. Estos nutrientes protegen el cerebro del estrés oxidativo y mejoran el flujo sanguíneo al cerebro. También se ha demostrado que el chocolate negro mejora la memoria y la función cognitiva.
Pescado
El pescado es una rica fuente de fósforo que fortalece el cerebro potenciando nuestra memoria. Además, los ácidos grasos omega-3 de este superalimento ayudan a proteger las capacidades cognitivas y la memoria.
Se recomienda su consumo regular, especialmente pescados azules como sardinas, salmón, atún, trucha…
Frutas del bosque
Las frutas Las maderas son fuente de antioxidantes, otra de las los Nutrientes importantes para la memoria porque mejoran las funciones cognitivas y combaten la oxidación celular: fresas, moras, cerezas… Estos alimentos son muy beneficiosos para la memoria, por lo que no pueden faltar en nuestra dieta. Tampoco los arándanos y las uvas negras, que son una fuente de resveratrol, un compuesto que promueve la supervivencia y la memoria de las células nerviosas, reduce la neurodegeneración y previene los problemas de aprendizaje.
Otro alimento imprescindible es el huevo, que en sí mismo es un excelente alimento: contiene vitaminas A, B, C, D y K, muchos minerales, lecitina… La yema también es rica en Colina, un componente natural de las células cerebrales. En general, el huevo es una buena fuente de grasas saturadas y un alimento muy saludable para la memoria.
Un consejo final
Evite el alcohol, incluso si es una copa de vino con una comida (porque se ha demostrado que tiene una correlación positiva con el riesgo de demencia, incluso si es en dosis bajas). El consumo esporádico y cauteloso puede no ser tan dañino, pero no se recomienda mantener el cerebro a pleno rendimiento.
Evitar una alimentación monótona y poco diversificada. La variedad es un factor elemental para que a nuestro cerebro no le falte de nada. Las dietas deben ser flexibles y variadas, y debemos acostumbrarnos a probar nuevos platos con nuevos ingredientes siempre que podamos.
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